A propósito del paro agrario que tan justa y valientemente han decido empezar nuestros campesinos y aprovechando la oportunidad que esta noche tengo de escribir, voy a compartir mi opinión acerca de la forma en la que desde mi perspectiva se ha vivido este paro.
De entrada quisiera reiterar que no estoy muy enterada acerca de la vida política del país, que apenas sé lo que una persona común sabe del tema, así que espero dispensen cualquier comentario idiota que pueda hacer desde mi ignorancia; Ayer jueves 22 de agosto de 2013 lloré de impotencia y rabia al enterarme de lo que estaba pasando en Boyacá, escuchar las explosiones, oír los gritos, algunos pidiendo ayuda otros tratando de hijueputas a quienes estaban golpeando gente en la calle, ver como frente a mi casa le pegaban a un joven de unos 23 años porque estaba cargando medio costal con papas (supe que eran papas porque en medio de la golpiza el costal se cayó al suelo y pude ver su contenido) me hizo pensar que lo único que faltaba para sentirme como el protagonista de “Voces Inocentes” era que alguien cantara “Techos de Cartón” de Alí Primera, escena desgarradora que me hizo querer salir a defender al pobre hombre que entre sollozos le suplicaba a los más de 6 personajes que con sevicia y entre risas lo trataban de terrorista, guerrillero y perro, que no le pegaran más, pero no salí, no porque me faltaran ganas o voluntad sino porque a todas luces yo sola no iba a poder con todos, por eso lloré, lloré y oré porque era lo único que en ese momento podía hacer por él.
Les cuento esta historia primero para dar fe de los excesos de la fuerza pública con la comunidad y segundo para invitarlos a todos ustedes a que participen activamente en el Paro Nacional, la revolución y la voz de Protesta no se sienta solo desde las redes sociales, si bien es cierto que hay que informar porque las cadenas nacionales distorsionan y muestran las noticias que les da la gana y desde el enfoque que les da la gana y es necesario contar la verdad, también es cierto que el paro no es en Facebook, el paro no es en Twitter, el paro no es indignarse y escribir que les duele la situación, el paro es salir a la calle, el paro es unirse a las marchas, el paro es donar sangre, comida, mantas, medicinas o contribuir con lo que usted pueda y tenga a bien dar. Me es absolutamente conmovedor ver como la gente sale con sus ruanas y sus azadones a protestar contra la irresponsabilidad e incapacidad de gobierno de nuestros dirigentes y me es casi igual de conmovedor ver como el vecino, el profe, el señor de la tienda o la señora de los tintos salen a las calles a gritar arengas, a leer pliegos de peticiones y a acompañar a los estudiantes y campesinos en la protesta porque el pueblo por fin está tomando conciencia de la situación en la que está.
Es tarde para reprocharnos lo mal que votamos en las elecciones pasadas pero estamos a tiempo de cambiar lo que nos disgusta, participemos todos, no solo porque la unión hace la fuerza sino porque las decisiones que se tomen y las acciones que se lleven a cabo nos van a joder o a beneficiar a todos, aprendamos de esta terrible situación y no cambiemos más votos por rellenas, apoyemos a los campesinos y agricultores que muy probablemente son nuestros padres o abuelos, denunciemos los excesos de la fuerza pública e involucrémonos activamente porque como dice la canción que cité en el segundo párrafo de este post “Usted no lo va a creer pero hay escuelas de perros y les dan educación pa' que no muerdan los diarios pero el patrón, hace años, muchos años que está mordiendo al obrero”.
El dato que a nadie le importa.
Si cambiamos la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma.
sábado, 24 de agosto de 2013
domingo, 9 de junio de 2013
¿Por qué nos interesamos tanto en la vida de los demás?.
¿Quién no ha
sentido la necesidad de saber de la vida de otras personas?, conocer detalles,
lugares, horas, colores, sabores, comentarios… saber sin tener muy claro si después
se va a atormentar o a alegrar por lo que supo, pero saber. Si usted no ha
sentido esas ganas ridículas de enterarse de algo con relación a alguien, no se
preocupe o no se despreocupe, tarde o temprano las va a sentir.
Los seres humanos
somos curiosos, nos gusta saber cosas, a unos más que a otros y en temas tan
diversos como personalidades hay en el mundo, pero si hay algo que además del
hecho de tener ombligo nos une como especie, es que nos encanta dar nuestra
opinión y si es respecto a otro ser humano nos encanta el doble; no es que eso
tenga nada de malo, el problema viene cuando empieza a importarnos tanto la
opinión que tenemos frente a una persona en concreto que dejamos nuestra vida
de lado y nos dedicamos a ofender o defender a seres, que probablemente quieran
meter nuestras opiniones en una cuenta de ahorros para ver si así les generan algún
interés.
Desde mi punto
de vista, tener una opinión y expresarla está bastante bien siempre y cuando,
esta no atente contra la integridad física o emocional de nadie. Deborah
Tannen, socio lingüista, francesa, menciona que hablar de las opiniones
personales que tenemos frente a otros
seres humanos es útil pues “crea amistades, siempre que el interlocutor
responda en la forma esperada”, pero qué pasa cuando el interlocutor no
reacciona de la forma que se espera o cuando sí lo hace a pesar de que la
opinión en cuestión sea un ataque directo a otro ser humano.
Uno de los
problemas emocionales más frecuentes en quienes hablan de más para dañar a otros
es la envidia, que se define culturalmente como un sentimiento desagradable que
se produce al percibir en alguien más, algo que se desea y que dificulta el desarrollo
de quien la padece y sus relaciones con los demás; para mí, quienes conversan y
enjuician partiendo de algo tan insípido y triste son individuos, que muy
lamentablemente consideran que tienen una vida tan vacía que necesitan entrar
en la privacidad de otros y hablar al respecto, tal vez porque al no tener una
personalidad lo suficientemente definida y fuerte pasan sin pena ni gloria por
vidas ajenas y como son incapaces de llamar la atención por ellos mismos, eligen
hacerlo a través de los demás, generalmente, este se vuelve un comportamiento
reiterativo y entran en una espacie de círculo donde a medida que crece la
necesidad de invadir la privacidad de otros, crece también su envía hacia estos
últimos y sus ganas de seguir llamando la atención a través de ellos.
jueves, 11 de abril de 2013
“El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir.”
José Saramago, como
escritor, pensador y ser humano es a mi juicio sinónimo de sabiduría y perfección
y si no de perfección, sinónimo de algo que debe parecérsele muchísimo, cada una de sus
obras está magistralmente creada, desde su impecable narrativa y descripción
del ambiente y los personajes, hasta el
texto en sí mismo -que casi se sale de las páginas para invitar al lector a
hacerse con una idea propia respecto a lo que está leyendo y que trasciende
por mucho la historia contada-.
Tener el honor de leer a este señor, ha significado para mí, uno
de los más grandes placeres que he experimentado a lo largo de mi no muy larga
vida (valga la redundancia), si bien es cierto que me queda todavía mucho por
aprender y que considero que soy una absoluta ignorante en cuanto a lo que a
literatura se refiere, me aventuraría a decir, sin mucho temor a equivocarme,
que Saramago es y será siempre el mejor
escritor del planeta; me permito compartirles a continuación, parte del discurso
que este genio de las letras pronunció al recibir el nobel de literatura,
espero que lo disfruten tanto como yo lo hice.
José Saramago. Discurso de recepción del Premio Nobel, 1998.
"El hombre
más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las
cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras
de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la
media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Vivían
de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después
del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en
la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos
abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la
noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro
de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los
llevaban a su cama. Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos
libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen
carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos
procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era
proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la
vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable. Ayudé muchas
veces a este mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la
tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces,
dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice
subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a
escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de
madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos
la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado. Y algunas
veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía:
"José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras
dos higueras, pero aquella, ciertamente por ser la mayor, por ser la más
antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la
higuera. Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años
después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz
nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y
después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra
dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía
la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le
llamábamos en la aldea. Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las
historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones,
asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra,
palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía
despierto, el mismo que suavemente me acunaba. Nunca supe si él se callaba
cuando descubría que me había dormido o si seguía hablando para no dejar a
medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más
demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y
después?" Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no
olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía
y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba
que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo. Cuando, con la
primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no
estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces
me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre
descalzo hasta los 14 años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de
la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al
lado de la casa. Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía
delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido
bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella
siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza".
Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no
alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con
el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con
dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este
mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también
ella, creía en los sueños. Otra cosa no podría significar que, estando sentada
una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando
las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas
palabras: "El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir". No
dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y
continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese
recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la
belleza revelada. Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya
habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con
cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la
vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo,
pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a
buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y
llorando porque sabía que no los volvería a ver."
El discurso
completo aquí:
sábado, 23 de febrero de 2013
Uno aprende
Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar el alma.
Y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad y uno empieza a aprender...
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de quererte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla.
Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.
Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios, multiplicados al cuadrado.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido, ya es tarde, nunca dejes que algo te sea demasiado tarde.
Pero desafortunadamente, LO APRENDERÁS sólo con el tiempo...
Jorge Luis Borges.
Y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad y uno empieza a aprender...
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de quererte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla.
Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.
Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios, multiplicados al cuadrado.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido, ya es tarde, nunca dejes que algo te sea demasiado tarde.
Pero desafortunadamente, LO APRENDERÁS sólo con el tiempo...
Jorge Luis Borges.
lunes, 4 de febrero de 2013
Presente, querido profesor.
Esta vez, una estudiante bastante común (yo) va a escribir acerca de esos seres que para los
alumnos en su mayoría son algo así como enemigos naturales… los profesores.
Un buen profesor
en mi humilde manera de pensar es aquel que hace que sus estudiantes APRENDAN,
parece obvio que es eso lo que es un buen profesor porque enseñar es el deber
de toda persona que se haga llamar docente, pero el 99.9% de los profesores que
me han dictado clase (haciendo salvedad de mi profe de humanidades en el
colegio) no me han enseñado nada, es decir, me han obligado a recordar cosas y a
ponerlas en una hoja (cosas que dicho sea de paso se me olvidan después de
ponerlas en esa hoja), pero eso está bastante lejos de lo que yo considero que
es aprender; A nadie en el mundo por más tonto que sea le disgusta aprender, la
curiosidad es algo innato en los seres humanos y la tarea de un profesor es
despertarla en el área que busca enseñar.
No hay nada más
aburridor que tener clase con alguien que sepa que es el putas en lo que dicta
y que se lo crea enterito, el típico profe que sabe que en su materia se las sabe todas y que
cree que eso lo hace más que sus alumnos, por tanto, les jode la vida hasta que
alguna buena persona tiene sexo con él, cosa que no ocurre nunca porque o son
inmundos o huelen feo o … tienen una esposa con cara de estreñida (de esas
viejas que uno se imagina que lo más sexy que hacen es mercado), esos
profesores son tan excesivamente desagradables que cuando uno va a clase es
porque le toca, porque un plus de esta gente es que solo admiten faltas en caso
de muerte, adicionalmente no se les puede hablar de nada porque ellos son Dios
y como son Dios no necesitan que un estudiante común y simplón les diga nada
respecto a su clase.
Están por otro
lado los profesores que creen que su clase es importantísima y que es OBLIGACIÓN de los
estudiantes mirar el tablero con cara de que están entendiendo, aunque estén
pensando en lo mal que baila Álvaro Uribe... porque si no lo hacen viene la
dulce, dulce venganza… con la nota; si bien es cierto que para un profesor no
debe haber nada peor que un estudiante que muestre con descaro absoluto su
falta de interés por la clase, también es cierto que antes de pararse en la
cabeza y desquitarse con el estudiante debería pensar por qué no le está
prestando atención. Al decir esto no estoy justificando de ninguna forma a las
personas que se ríen y joden y hablan y creen que están en recreo cuando están
en clase, porque así como el deber del profesor es captar la atención de los
estudiantes, el deber de los estudiantes es tratar de prestar atención o al
menos dejar que los que quieren presten atención … pero no sean tan ilusos, los
profesores que creen que castigando con notas van a lograr que sus alumnos se
interesen en su clase son equivalentes a las mujeres que creen que con un hijo
se amarra un tipo o sea UNAS MULAS.
Hay otros que no son ni tan detestables como los primeros ni tan ridículos como los segundos; Llegan, saludan, dan su clase, se despiden, se van. De esos no opino porque son para mí lo mismo que sus estudiantes para ellos, nada.
Hay otros que no son ni tan detestables como los primeros ni tan ridículos como los segundos; Llegan, saludan, dan su clase, se despiden, se van. De esos no opino porque son para mí lo mismo que sus estudiantes para ellos, nada.
Pero bueno, no
todo está tan mal, también hay profesores que son profesores en todo el sentido
de la palabra, que educan y le tienen a uno toda la paciencia del mundo, que
siempre están dispuestos a ayudar y con los que se puede hablar, a los que se
les puede pedir una opinión sobre cualquier tema y saben … pero sobre todo que
dan la confianza para preguntar, para opinar, que enseñan a dudar y que entienden que no a todo el mundo le interesa el contenido programático de su materia y lo
aceptan y lo respetan, pero que aun así no dejan que ninguno de sus alumnos se
vaya de clase sin haber aprendido algo (cualquier cosa), yo sé que sí se puede
hacer eso porque yo tuve un profe así, y tal vez no logró que todo el mundo leyera La Celestina pero con base en ese libro nos hizo reflexionar a todos sobre los “firmes”
principios que creíamos tener (por poner un ejemplo) …. él siempre decía “cuando voy al doctor y salgo
igual que entré, considero que él es un pésimo doctor … si dejo que alguien
entre a mi clase y salga igual que entró, también consideraría que soy un pésimo
profesor ”.
miércoles, 9 de enero de 2013
En Colombia no hay top models. De nada.
Anoche arrancó
con pie izquierdo la versión Colombiana del muy, muy exitoso reality
norteamericano America’s Next Top Model y digo con pie izquierdo porque la
conclusión de que el programa es una completa mierda vendrá al final.
Hace 19
temporadas la que sí es TOP model, Tyra Banks, puso en marcha su idea asumiendo
la conducción y co-producción de un reality que pretendía descubrir a la próxima
top model norteamericana, reality que dicho sea de paso se da el lujo de cobrar
la bobadita de 150 millones de pesos por 15 segundos de pauta publicitaria,
nada que ver con esa pobreza de formato que muy orgulloso nos presentó ayer el canal caracol, pero… empecemos
a enumerar esta cadena de errores desde el principio:
1. La presentadora, Carolina
Guerra a pesar de que es una mamasota, no deja de ser la típica vieja buenona
que posa con cara de orgasmo, sin calzones y con la pierna abierta para Soho, o
sea de top ni la T. “Guisos 1-0 TopModel”.
2. El premio, que no sé todavía si me da mucha
risa o mucha pena ajena, es lo menos parecido a un contrato de modelaje
decente. No seamos tan %&$%&!! Al menos ser la nueva Diana del Tolima,
pero chica águila???, ser chica águila es como ser la reina del cuchuco con
espinazo… pa' vender cerveza solo hay que usar escotes a medio pezón; Que la “modelo”
se vea rica y apretadita se consigue en el comprador después de unas polas. “Guisos
2-0 TopModel”.
3. Las indicaciones del fotógrafo, ‘Dame más Rock
and Roll’, “vuélvete más plástica”, “explota tu cuerpo” o sea, era en serio??,
deberían recomendarle al señor algún librito que pueda entender fácil, algo así
como ‘Nacho toma fotos’. “Guisos 3-0 TopModel”.
4. ¿Con qué derecho le dicen a una
de las concursantes que solo sirve para modelar jeans levanta cola un par de
viejas a las que lo único que les faltó al presentarse fue decir que eran ‘Estilo
RCN’?. “Guisos 4-0 TopModel”.
y por último pero no menos importante...
5. Las
concursantes, niñas que usan expresiones como “pelero y chimbada” y que nos
demuestran porque es que somos el segundo país más feliz del mundo. “Guisos 20.000.000-0 TopModel”
Quisiera
finalizar diciendo que me pareció terrible que hubiesen sacado a la niña del
jean levanta cola que porque no tenía glamour, pero, la que sirve para chica águila
también sirve para el jean levanta cola y para destapar cerveza con una cuchara
en las piernas de un traqueto, digo yo…
En resumidas cuentas y como ya lo había dicho al principio, el programa es una mierda total, lo único que espero es que no se les de por sacar un Girardot Shore porque no nos digamos mentiras, pa’ igualaos nosotros.
En resumidas cuentas y como ya lo había dicho al principio, el programa es una mierda total, lo único que espero es que no se les de por sacar un Girardot Shore porque no nos digamos mentiras, pa’ igualaos nosotros.
lunes, 31 de diciembre de 2012
Mis deseos para este 2013.
A pesar de que
hace exactamente un año que no escribo nada, porque cuando tengo tiempo no
tengo ideas y cuando tengo ideas se me olvidan, quisiera terminar este 2012 escribiéndoles
lo que deseo sinceramente para el 2013 a quienes se tomen la molestia de leer
el post.
Puede que este
año no se haya acabado el mundo, pero a mí, personalmente, me dejo un par de
lecciones que quisiera compartirles porque a lo mejor pueden encontrarles algún
tipo de utilidad; Aprendí principalmente que cualquier cosa que pase (a menos
que sea morir) implica que debemos seguir viviendo, y esto hace, a grandes
rasgos, que tengamos que asumir las consecuencias de nuestros actos y aprender
a vivir con ellas. Llorar sobre la leche derramada (como diría mi mamá) no es
solución a ningún problema, lo que pasó ya pasó y a menos que usted sea Marty
McFly y pueda generar 1.21 GW de energía, lo único que va a poder hacer es vivir
en el presente que le tocó, porque lo de volver al pasado por ahora está
bastante complicado. Aprendí entre otras cosas, que los bebés no unen a las
personas, que nadie puede obligar a otro a que se quede contra su voluntad sin
incurrir en algo que legalmente se conoce como secuestro, y que eso tiene cárcel,
que cuando uno ha leído un libro y después va a ver la película por lo general
odia al director de la cinta, que no se necesita creer en Dios para ser buena persona ni ser ateo para ser un hijueputa, que la gente que se para en el altar y
dice “acepto” casi siempre miente, cosa que me es completamente entendible (y
es que debe ser muy jodido hacer parte de un contrato en el que la única causa de
disolución es la muerte de alguna de las partes), que
también hay hinchas de Millonarios que no son unos ñeros, que el mejor regalo
del mundo es y seguirá siendo un libro, que dar un consejo es perder el tiempo
porque la gente termina haciendo siempre lo que le da la gana, que no hay que
generalizar pero que el 99% de los humanos tiene un lado muy mula, que la mejor forma de aprender es leyendo o a los tiestazos (no importa cuantas fotos de facebook digan lo contrarío), que no hay nada que un balazo no pueda solucionar,
que hay que darle a las cosas la importancia que se merecen y finalmente, aprendí
que los Ingalls de la vida real eran unos drogadictos y que es fisiológicamente
imposible dejar de sentir, lo que más o menos destruyó mi plan de vida, pero me
hizo considerar que si me es completamente inevitable sentarme a berriar en el
borde la cama, lo mejor será hacerlo un domingo porque los domingos son muy
aburridos.
No quiero
desearles felicidad, ni amor, ni prosperidad ni ninguna de esas trilladísimas
cosas, lo único que les deseo es que no
se mueran para que puedan seguir aprendiendo, como yo aprendí (porque la gente sola, triste y pobre también aprende), y para que
obtengan lo que se merecen, porque sería injusto desearles más o menos que eso, y
ya para terminar quisiera recordarles que como dijo Einstein "La vida es
como jugar con una pelota en la
pared, si fuera jugada una pelota azul, ella volverá azul, si fuera jugada una
pelota verde, ella volverá verde, si la pelota fuera jugada franca, ella
volverá franca…”, lance su pelota y espere a que rebote para que pueda comprobar cómo la lanzó. Bienvenido 2013.
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