sábado, 24 de agosto de 2013

Amigo, mirón, unáse al montón.

A propósito del paro agrario que tan justa y valientemente han decido empezar nuestros campesinos y aprovechando la oportunidad que esta noche tengo de escribir, voy a compartir mi opinión acerca de la forma en la que desde mi perspectiva se ha vivido este paro.

De entrada quisiera reiterar que no estoy muy enterada acerca de la vida política del país, que apenas sé lo que una persona común sabe del tema, así que espero dispensen cualquier comentario idiota que pueda hacer desde mi ignorancia; Ayer jueves 22 de agosto de 2013 lloré de impotencia y rabia al enterarme de lo que estaba pasando en Boyacá, escuchar las explosiones, oír los gritos, algunos pidiendo ayuda otros tratando de hijueputas a quienes estaban golpeando gente en la calle, ver como frente a mi casa le pegaban a un joven de unos 23 años porque estaba cargando medio costal con papas (supe que eran papas porque en medio de la golpiza el costal se cayó al suelo y pude ver su contenido) me hizo pensar que lo único que faltaba para sentirme como el protagonista de “Voces Inocentes” era que alguien cantara “Techos de Cartón” de Alí Primera, escena desgarradora que me hizo querer salir a defender al pobre hombre que entre sollozos le suplicaba a los más de 6 personajes que con sevicia y entre risas lo trataban de terrorista, guerrillero y perro, que no le pegaran más, pero no salí, no porque me faltaran ganas o voluntad sino porque a todas luces yo sola no iba a poder con todos, por eso lloré, lloré y oré porque era lo único que en ese momento podía hacer por él.

Les cuento esta historia primero para dar fe de los excesos de la fuerza pública con la comunidad y segundo para invitarlos a todos ustedes a que participen activamente en el Paro Nacional, la revolución y la voz de Protesta no se sienta solo desde las redes sociales, si bien es cierto que hay que informar porque las cadenas nacionales distorsionan y muestran las noticias que les da la gana y desde el enfoque que les da la gana y es necesario contar la verdad, también es cierto que el paro no es en Facebook, el paro no es en Twitter, el paro no es indignarse y escribir que les duele la situación, el paro es salir a la calle, el paro es unirse a las marchas, el paro es donar sangre, comida, mantas, medicinas o contribuir con lo que usted pueda y tenga a bien dar. Me es absolutamente conmovedor ver como la gente sale con sus ruanas y sus azadones a protestar contra la irresponsabilidad e incapacidad de gobierno de nuestros dirigentes y me es casi igual de conmovedor ver como el vecino, el profe, el señor de la tienda o la señora de los tintos salen a las calles a gritar arengas, a leer pliegos de peticiones y a acompañar a los estudiantes y campesinos en la protesta porque el pueblo por fin está tomando conciencia de la situación en la que está.

Es tarde para reprocharnos lo mal que votamos en las elecciones pasadas pero estamos a tiempo de cambiar lo que nos disgusta, participemos todos, no solo porque la unión hace la fuerza sino  porque las decisiones que se tomen y las acciones que se lleven a cabo nos van a joder o a beneficiar a todos, aprendamos de esta terrible situación y no cambiemos más votos por rellenas,  apoyemos a los campesinos y agricultores que muy probablemente son nuestros padres o abuelos, denunciemos los excesos de la fuerza pública e involucrémonos activamente porque como dice la canción que cité en el segundo párrafo de este post “Usted no lo va a creer  pero hay escuelas de perros y les dan educación pa' que no muerdan los diarios pero el patrón, hace años, muchos años que está mordiendo al obrero”.

domingo, 9 de junio de 2013

¿Por qué nos interesamos tanto en la vida de los demás?.

¿Quién no ha sentido la necesidad de saber de la vida de otras personas?, conocer detalles, lugares, horas, colores, sabores, comentarios… saber sin tener muy claro si después se va a atormentar o a alegrar por lo que supo, pero saber. Si usted no ha sentido esas ganas ridículas de enterarse de algo con relación a alguien, no se preocupe o no se despreocupe, tarde o temprano las va a sentir.
Los seres humanos somos curiosos, nos gusta saber cosas, a unos más que a otros y en temas tan diversos como personalidades hay en el mundo, pero si hay algo que además del hecho de tener ombligo nos une como especie, es que nos encanta dar nuestra opinión y si es respecto a otro ser humano nos encanta el doble; no es que eso tenga nada de malo, el problema viene cuando empieza a importarnos tanto la opinión que tenemos frente a una persona en concreto que dejamos nuestra vida de lado y nos dedicamos a ofender o defender a seres, que probablemente quieran meter nuestras opiniones en una cuenta de ahorros para ver si así les generan algún interés.

Desde mi punto de vista, tener una opinión y expresarla está bastante bien siempre y cuando, esta no atente contra la integridad física o emocional de nadie. Deborah Tannen, socio lingüista, francesa, menciona que hablar de las opiniones personales que tenemos  frente a otros seres humanos es útil pues “crea amistades, siempre que el interlocutor responda en la forma esperada”, pero qué pasa cuando el interlocutor no reacciona de la forma que se espera o cuando sí lo hace a pesar de que la opinión en cuestión sea un ataque directo a otro ser humano.

Uno de los problemas emocionales más frecuentes en quienes hablan de más para dañar a otros es la envidia, que se define culturalmente como un sentimiento desagradable que se produce al percibir en alguien más,  algo que se desea y que dificulta el desarrollo de quien la padece y sus relaciones con los demás; para mí, quienes conversan y enjuician partiendo de algo tan insípido y triste son individuos, que muy lamentablemente consideran que tienen una vida tan vacía que necesitan entrar en la privacidad de otros y hablar al respecto, tal vez porque al no tener una personalidad lo suficientemente definida y fuerte pasan sin pena ni gloria por vidas ajenas y como son incapaces de llamar la atención por ellos mismos, eligen hacerlo a través de los demás,  generalmente, este se vuelve un comportamiento reiterativo y entran en una espacie de círculo donde a medida que crece la necesidad de invadir la privacidad de otros, crece también su envía hacia estos últimos y sus ganas de seguir llamando la atención a través de ellos.

Interesarse en la vida de la gente no está mal, no es algo anormal ni reprochable, emitir un juicio subjetivo al respecto tampoco es malo, anormal o reprochable, pero cuídese de obsesionarse con esas personas de quienes emite juicios, tenga en cuenta que este tipo de comentarios, tarde o temprano se irán convirtiendo en chismes y que esto no beneficia ni a quién habla ni de quién se habla. Concluyendo, preocúpese por crear relaciones fuertes y verdaderas basadas en el intercambio mutuo y el crecimiento como seres humanos en vez de omitir  a diestra y siniestra opiniones de los demás, y es que la empatía es algo tan subjetivo que no importa que tan mal concepto le genere una persona, siempre habrá alguien dispuesto a hacerle una estatua porque la adora

jueves, 11 de abril de 2013

“El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir.”


José Saramago, como escritor, pensador y ser humano es a mi juicio sinónimo de sabiduría y perfección y si no de perfección, sinónimo de algo que debe parecérsele muchísimo, cada una de sus obras está magistralmente creada, desde su impecable narrativa y descripción del ambiente y los personajes, hasta  el texto en sí mismo -que casi se sale de las páginas para invitar al lector a hacerse con una idea propia respecto a lo que está leyendo y que trasciende por mucho la historia contada-.

Tener el honor de  leer a este señor, ha significado para mí, uno de los más grandes placeres que he experimentado a lo largo de mi no muy larga vida (valga la redundancia), si bien es cierto que me queda todavía mucho por aprender y que considero que soy una absoluta ignorante en cuanto a lo que a literatura se refiere, me aventuraría a decir, sin mucho temor a equivocarme, que Saramago es  y será siempre el mejor escritor del planeta; me permito compartirles a continuación, parte del discurso que este genio de las letras pronunció al recibir el nobel de literatura, espero que lo disfruten tanto como yo lo hice.



José Saramago. Discurso de recepción del Premio Nobel, 1998.


"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama. Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable. Ayudé muchas veces a este mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado. Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquella, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera. Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea. Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, el mismo que suavemente me acunaba. Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?" Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo. Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los 14 años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa. Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza". Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños. Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: "El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir". No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada. Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver."

El discurso completo aquí:

sábado, 23 de febrero de 2013

Uno aprende

Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar el alma.

Y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad y uno empieza a aprender...

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.

Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema.

Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de quererte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios, multiplicados al cuadrado.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido, ya es tarde, nunca dejes que algo te sea demasiado tarde.

Pero desafortunadamente, LO APRENDERÁS sólo con el tiempo...


Jorge Luis Borges.

lunes, 4 de febrero de 2013

Presente, querido profesor.


Esta vez, una estudiante bastante común (yo) va a escribir acerca de esos seres que para los alumnos en su mayoría son algo así como enemigos naturales… los profesores.

Un buen profesor en mi humilde manera de pensar es aquel que hace que sus estudiantes APRENDAN, parece obvio que es eso lo que es un buen profesor porque enseñar es el deber de toda persona que se haga llamar docente, pero el 99.9% de los profesores que me han dictado clase (haciendo salvedad de mi profe de humanidades en el colegio) no me han enseñado nada, es decir, me han obligado a recordar cosas y a ponerlas en una hoja (cosas que dicho sea de paso se me olvidan después de ponerlas en esa hoja), pero eso está bastante lejos de lo que yo considero que es aprender; A nadie en el mundo por más tonto que sea le disgusta aprender, la curiosidad es algo innato en los seres humanos y la tarea de un profesor es despertarla en el área que busca enseñar.

No hay nada más aburridor que tener clase con alguien que sepa que es el putas en lo que dicta y que se lo crea enterito, el típico profe que sabe que en su materia se las sabe todas y que cree que eso lo hace más que sus alumnos, por tanto, les jode la vida hasta que alguna buena persona tiene sexo con él, cosa que no ocurre nunca porque o son inmundos o huelen feo o … tienen una esposa con cara de estreñida (de esas viejas que uno se imagina que lo más sexy que hacen es mercado), esos profesores son tan excesivamente desagradables que cuando uno va a clase es porque le toca, porque un plus de esta gente es que solo admiten faltas en caso de muerte, adicionalmente no se les puede hablar de nada porque ellos son Dios y como son Dios no necesitan que un estudiante común y simplón les diga nada respecto a su clase.

Están por otro lado los profesores que creen que su clase es importantísima y que es OBLIGACIÓN de los estudiantes mirar el tablero con cara de que están entendiendo, aunque estén pensando en lo mal que baila Álvaro Uribe... porque si no lo hacen viene la dulce, dulce venganza… con la nota; si bien es cierto que para un profesor no debe haber nada peor que un estudiante que muestre con descaro absoluto su falta de interés por la clase, también es cierto que antes de pararse en la cabeza y desquitarse con el estudiante debería pensar por qué no le está prestando atención. Al decir esto no estoy justificando de ninguna forma a las personas que se ríen y joden y hablan y creen que están en recreo cuando están en clase, porque así como el deber del profesor es captar la atención de los estudiantes, el deber de los estudiantes es tratar de prestar atención o al menos dejar que los que quieren presten atención … pero no sean tan ilusos, los profesores que creen que castigando con notas van a lograr que sus alumnos se interesen en su clase son equivalentes a las mujeres que creen que con un hijo se amarra un tipo o sea UNAS MULAS.

Hay otros que no son ni tan detestables como los primeros ni tan ridículos como los segundos; Llegan, saludan, dan su clase, se despiden, se van. De esos no opino porque son para mí lo mismo que sus estudiantes para ellos, nada.

Pero bueno, no todo está tan mal, también hay profesores que son profesores en todo el sentido de la palabra, que educan y le tienen a uno toda la paciencia del mundo, que siempre están dispuestos a ayudar y con los que se puede hablar, a los que se les puede pedir una opinión sobre cualquier tema y saben … pero sobre todo que dan la confianza para preguntar, para opinar, que enseñan a dudar y que entienden que no a todo el mundo le interesa el contenido programático de su materia y lo aceptan y lo respetan, pero que aun así no dejan que ninguno de sus alumnos se vaya de clase sin haber aprendido algo (cualquier cosa), yo sé que sí se puede hacer eso porque yo tuve un profe así, y tal vez no logró que todo el mundo leyera La Celestina pero con base en ese libro nos hizo reflexionar a todos sobre los “firmes” principios que creíamos tener (por poner un ejemplo) …. él siempre decía “cuando voy al doctor y salgo igual que entré, considero que él es un pésimo doctor … si dejo que alguien entre a mi clase y salga igual que entró, también consideraría que soy un pésimo profesor ”.

miércoles, 9 de enero de 2013

En Colombia no hay top models. De nada.

Anoche arrancó con pie izquierdo la versión Colombiana del muy, muy exitoso reality norteamericano America’s Next Top Model y digo con pie izquierdo porque la conclusión de que el programa es una completa mierda vendrá al final.

Hace 19 temporadas la que sí es TOP model, Tyra Banks, puso en marcha su idea asumiendo la conducción y co-producción de un reality que pretendía descubrir a la próxima top model norteamericana, reality que dicho sea de paso se da el lujo de cobrar la bobadita de 150 millones de pesos por 15 segundos de pauta publicitaria, nada que ver con esa pobreza de formato que muy orgulloso nos  presentó ayer el canal caracol, pero… empecemos a enumerar esta cadena de errores desde el principio:

1. La presentadora, Carolina Guerra a pesar de que es una mamasota, no deja de ser la típica vieja buenona que posa con cara de orgasmo, sin calzones y con la pierna abierta para Soho, o sea de top ni la T. “Guisos 1-0 TopModel”.

2. El premio, que no sé todavía si me da mucha risa o mucha pena ajena, es lo menos parecido a un contrato de modelaje decente. No seamos tan %&$%&!! Al menos ser la nueva Diana del Tolima, pero chica águila???, ser chica águila es como ser la reina del cuchuco con espinazo… pa' vender cerveza solo hay que usar escotes a medio pezón; Que la “modelo” se vea rica y apretadita se consigue en el comprador después de unas polas. “Guisos 2-0 TopModel”.

3. Las indicaciones del fotógrafo, ‘Dame más Rock and Roll’, “vuélvete más plástica”, “explota tu cuerpo” o sea, era en serio??, deberían recomendarle al señor algún librito que pueda entender fácil, algo así como ‘Nacho toma fotos’. Guisos 3-0 TopModel”.

4. ¿Con qué derecho le dicen a una de las concursantes que solo sirve para modelar jeans levanta cola un par de viejas a las que lo único que les faltó al presentarse fue decir que eran ‘Estilo RCN’?. “Guisos 4-0 TopModel”.

y por último pero no menos importante... 

5. Las concursantes, niñas que usan expresiones como “pelero y chimbada” y que nos demuestran porque es que somos el segundo país más feliz del mundo. “Guisos 20.000.000-0 TopModel”

Quisiera finalizar diciendo que me pareció terrible que hubiesen sacado a la niña del jean levanta cola que porque no tenía glamour, pero, la que sirve para chica águila también sirve para el jean levanta cola y para destapar cerveza con una cuchara en las piernas de un traqueto, digo yo… 

En resumidas cuentas y como ya lo había dicho al principio, el programa es una mierda total, lo único que espero es que no se les de por sacar un Girardot Shore porque no nos digamos mentiras, pa’ igualaos nosotros.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Mis deseos para este 2013.

A pesar de que hace exactamente un año que no escribo nada, porque cuando tengo tiempo no tengo ideas y cuando tengo ideas se me olvidan, quisiera terminar este 2012 escribiéndoles lo que deseo sinceramente para el 2013 a quienes se tomen la molestia de leer el post.

Puede que este año no se haya acabado el mundo, pero a mí, personalmente, me dejo un par de lecciones que quisiera compartirles porque a lo mejor pueden encontrarles algún tipo de utilidad; Aprendí principalmente que cualquier cosa que pase (a menos que sea morir) implica que debemos seguir viviendo, y esto hace, a grandes rasgos, que tengamos que asumir las consecuencias de nuestros actos y aprender a vivir con ellas. Llorar sobre la leche derramada (como diría mi mamá) no es solución a ningún problema, lo que pasó ya pasó y a menos que usted sea Marty McFly y pueda generar 1.21 GW de energía, lo único que va a poder hacer es vivir en el presente que le tocó, porque lo de volver al pasado por ahora está bastante complicado. Aprendí entre otras cosas, que los bebés no unen a las personas, que nadie puede obligar a otro a que se quede contra su voluntad sin incurrir en algo que legalmente se conoce como secuestro, y que eso tiene cárcel, que cuando uno ha leído un libro y después va a ver la película por lo general odia al director de la cinta, que no se necesita creer en Dios para ser buena persona ni ser ateo para ser un hijueputa, que la gente que se para en el altar y dice “acepto” casi siempre miente, cosa que me es completamente entendible (y es que debe ser muy jodido hacer parte de un contrato en el que la única causa de disolución es la muerte de alguna de las partes), que también hay hinchas de Millonarios que no son unos ñeros, que el mejor regalo del mundo es y seguirá siendo un libro, que dar un consejo es perder el tiempo porque la gente termina haciendo siempre lo que le da la gana, que no hay que generalizar pero que el 99% de los humanos tiene un lado muy mula, que la mejor forma de aprender es leyendo o a los tiestazos (no importa cuantas fotos de facebook digan lo contrarío), que  no hay nada que un balazo no pueda solucionar, que hay que darle a las cosas la importancia que se merecen y finalmente, aprendí que los Ingalls de la vida real eran unos drogadictos y que es fisiológicamente imposible dejar de sentir, lo que más o menos destruyó mi plan de vida, pero me hizo considerar que si me es completamente inevitable sentarme a berriar en el borde la cama, lo mejor será hacerlo un domingo porque los domingos son muy aburridos.

No quiero desearles felicidad, ni amor, ni prosperidad ni ninguna de esas trilladísimas cosas,  lo único que les deseo es que no se mueran para que puedan seguir aprendiendo, como yo aprendí (porque la gente sola, triste y pobre también aprende), y para que obtengan lo que se merecen, porque sería injusto desearles más o menos que eso, y ya para terminar quisiera recordarles que como dijo Einstein "La vida es como jugar con una pelota en la pared, si fuera jugada una pelota azul, ella volverá azul, si fuera jugada una pelota verde, ella volverá verde, si la pelota fuera jugada franca, ella volverá franca…”, lance su pelota y espere a que rebote para que pueda comprobar cómo la lanzó. Bienvenido 2013.